Como oficio, arte y profesión, la publicidad demanda fe, entrega, pasión, ambición y práctica. No se conoce un gran publicista que haya llegado a tener éxito por tomar un curso de 80 lecciones por correspondencia. El buen publicista es un loco soñador, un fanático apasionado, un alucinado de la profesión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario