martes, 21 de septiembre de 2010

NOTICIAS, El péndulo va de regreso y el rector de la USAC, ni cuenta se ha dado


Nestor Monterroso



Publicado el 16 de Septiembre, 2010


La imagen del Rector Magnifico de la Universidad de San Carlos está seriamente dañada. Estuardo Gálvez ha sido incapaz de construir un proceso de diálogo con los estudiantes que desde hace un mes tienen tomada la casa de estudios superiores; Gálvez carece de las capacidades y habilidades para conducir la universidad, como tarjetas de presentación sólo puede mostrar inoperancia, arrogancia, ineptitud, corrupción, falta de sentido común y una espeluznante tendencia al autoritarismo. A él le falta la neurona de la democracia, desconoce la profundidad y el sentido de la palabra “diálogo” y desde luego, carece de la “autonomía” para actuar. Está apresado por sus financistas y a pesar de haber conseguido los votos para ser reelecto ha perdido legitimidad.

Su ineptitud se expresa incluso fuera de la Universidad. Abandonó el Grupo Garante del Acuerdo Nacional de Seguridad y Justicia que él mismo propuso, junto al Procurador de los Derechos Humanos y de las iglesias evangélica y católica; no sabe cómo garantizar el triunfo de su grupo de profesionales en las comisiones de postulación para Fiscal General, Contralor General de Cuentas y, asegurar que uno de los suyos forme parte de la próxima plana de magistrados de la Corte de
Constitucionalidad.

Su conocimiento y experiencia es tan limitada que insiste en aplicar medidas neoliberales en la Universidad estatal, sin siquiera darse cuenta que hace apenas veinticuatro meses asistimos al más duro revés que ha recibido el capitalismo con el descalabro del sistema financiero que únicamente fue salvado por el Estado. El péndulo va de regreso y el rector de la USAC, ni cuenta se ha dado. Tampoco
Guatemala vive ya en un régimen autoritario y represor, pero él no quiere, no puede y no lo dejan asimilar este proceso de transición hacia la democracia.

Por el contrario, en la conferencia de prensa del martes 7 de septiembre, Gálvez se muestra enérgico, valiente y dispuesto a “recuperar” las instalaciones de la USAC, reafirma su política de represión y se aleja del diálogo y la búsqueda de concertación. Desde luego que esta actitud es comprensible si entendemos que proviene de un sujeto incapaz de visualizar la oportunidad que tiene en sus manos
de llevar a cabo una reforma universitaria.

El Grupo de Estudiantes por la Autonomía, EPA, le ha puesto a Gálvez sobre la mesa la oportunidad de pasar a la historia como el Rector que evitó la privatización de la educación superior y convirtió a la USAC en un centro de enseñanza de alta calidad, en condiciones dignas y en un factor estratégico para el desarrollo humano y científico del país.

Gálvez tiene a su favor incluso la correlación de fuerzas dentro del CSU y no cabe la menor duda de que miles de estudiantes lo acompañarían hasta el Congreso para demandar un mayor presupuesto para la Universidad, solo por mencionar un punto clave. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Del otro lado de la balanza hay que reconocer la enorme voluntad de lucha y perseverancia que han mostrado los Estudiantes de EPA, para tratar de levantar un movimiento estudiantil universitario que durante la guerra fue brutalmente asaltado y asesinado por el Ejército de Guatemala y que en los primeros años de la paz fue irresponsablemente abandonado por sus dirigentes del momento, dejando el espacio oficial de la Asociación de Estudiantes Universitarios, (AEU) en poder de un
grupo de individuos que no sólo está absolutamente alejado de las necesidades y demandas del estudiantado sancarlista, sino que además está profundamente contaminado de corrupción, e incluso se les señala de estar ligados a actividades ilícitas (amenazas, intimidaciones, extorsiones y hasta robo de vehículos).

En un ambiente dominado por estas actividades delincuenciales y frente a un conglomerado estudiantil (más de 120 mil estudiantes) completamente adormecido, apático y sin sentido de pertenencia hacia su casa de estudios, es verdaderamente plausible y ejemplificadora la batalla que los estudiantes de EPA han iniciado frente a las autoridades universitarias en la lucha por preservar la autonomía
universitaria.

Un balance preliminar de la lucha nos muestra a simple vista un elevado nivel de compromiso y entrega a lo que ellos consideran justo y que, además, han sabido transmitir con gran eficiencia a determinados grupos o actores sociales que los han respaldado. 

Lograron colocar sobre la mesa de la discusión nacional la problemática que la USAC ha ido acumulando durante décadas, sin que las diferentes autoridades que han transitado por el Consejo Superior Universitario, CSU, le prestasen atención. Es meritori, de su parte, atreverse a tomar las instalaciones del campus central y convertirlo en la trinchera desde donde aspiran a tomar el cielo por asalto… al
menos el de la San Carlos.

Este grupo de estudiantes, formado por hombres y mujeres jóvenes, ha conseguido ya un gran éxito al poner el pie en la puerta que permite el acceso a una universidad estatal de mayor calidad, con condiciones dignas de educación y ante todo al servicio de la sociedad y la democracia. Demostraron además que no se trata de un “grupúsculo” -como equivocadamente lo señaló el Rector Gálvez- sino de una
verdadera reivindicación con la cual se identifica un grueso número de sancarlistas y que se ha expresado de diversas formas.

Pero una observación más detallada también nos muestra un comprensible pero equivocado manejo de oportunidad. Es comprensible en tanto existe inexperiencia, algunas acciones de emotividad y sobre todo, entendiendo la diversidad de pensamientos que deben conciliarse dentro de quienes tienen tomada la universidad; pero equivocado si entendemos la lucha como una valiosa e histórica oportunidad de transformar la Universidad de San Carlos.

Es natural que en una lucha de estas proporciones se cometan errores, se construyan escenarios de gran optimismo y se abran otros frentes de tensiones a veces inevitables, pero en ocasiones innecesarios. Observamos por ejemplo que si bien los estudiantes han conseguido un enorme respaldo, no han sabido explotarlo de mejor manera, esto tiene su explicación en los temores de ser víctimas de infiltraciones en un movimiento que hasta ahora se observa genuino. Pero en una batalla hacer uso adecuado y dosificado de los recursos es una regla de estrategas.

En ese sentido, el recurso de una huelga de hambre es un instrumento extremo de lucha que los ocupantes pacíficos de la USAC han utilizado tempranamente y arriesgando de una sola vez la vida de cinco compañeros, cuando esto pudo ser paulatino y gradualmente progresivo.

Además es un recurso que ha pasado casi inadvertido debido a que la agenda de las corporaciones de noticias locales está enfocada en otros intereses, eso sin contar que el CSU ha adoptado la estrategia de ignorar o minimizar esta lucha. La lucha por la vía legal tampoco se ha convertido en un factor activo de las reivindicaciones planteadas; y ahora corren el riesgo que les plantea el tiempo de permanencia en la USAC.

Hasta ahora las mayores equivocaciones las ha cometido el Rector Estuardo Gálvez. La contraparte parece tener más tropiezos que errores, muestran un buen sustento político aparentemente del Colectivo Noj, y están claramente identificados con sus objetivos. Un balance a estas alturas nos muestra un grupo estudiantil fortalecido y
apoyado en su lucha pero que necesita con urgencia sacar el mejor provecho de este histórico movimiento. Guatemala está ansiosa de hombres y mujeres dispuestas a transformarla, de profesionales comprometidos y comprometidas con la sociedad. Son una generación que el país no puede permitirse perder. Hay que tomar el cielo por asalto y no morir en el intento.

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